martes, 23 de febrero de 2016

De regreso. La violencia en Juchitán.

Hace mucho he estado postergando esto de escribir de nuevo, haca más de un año que llevo sin escribir algo que valga la pena. He decidido reabrir este blog por esa y por otras varias razones. 
Bienvenidos de nuevo a un lugar que (es casi) el paraíso.

Lo que aquí se escribe data del 15 de octubre del 2014. 


Chance y sea el ambiente. Los que preguntan: Vivo en Juchitán desde hace más de cinco meses. Trabajo en un taller de mototaxis, a veces meto mano y todo. Acá pelamos ojo y alzamos oreja: La violencia es gratis.He visto esos desmadres. Los cuates que andan las motos no tienen la culpa, no todos. Pasan chingaderas y son purísimo pendejo el que las hace. El maistro mecánico tenía una moto -1224- esa moto asaltó tres veces en un día. El chofér, su sobrino, dijo que no había sido él. Todo apuntaba a una pirata, de esas que se pintan de cualquier color y le ponen cualquier número. Naranjas. Y de las chinas, como las granadas. El escuincle y dos pendejitos robaron $200, un celular y -lean muy bien- una patineta. Es neta. Apenas saben hacerse una manuela y ya se creen hombrecitos. Entre el celular y la patineta sacaron mil pesos y se lo repartieron entre los tres. Al otro pendejo (al que le robaron la patineta) lo conocen y los conoce a ellos. Tenía miedo de hablar aunque es más grande en edad y tamaño que los asaltantes. Uno de los asaltantes está en la cárcel.

En la misma unidad, el maistro maneja por Tierra y Libertad, el cliente llega a su destino y de la nada sale otro tipo, serán las seis de la tarde y el sol pega todavía, pero no hay nadie alrededor. Su pasajero se cubre las facciones con un trapo y le pide el dinero que hizo en el día, en la guantera hay cuarenta pesos. -Apúrate, cabrón. -Rápido. El del trapo en la cara saca una fusca y el maistro es agarrado por el otro para quitarle la cartera. En un forcejeo, azota la culata con el cóncavo del ojo y mejilla. Un calor amargo recorre el rostro del maistro Margarito. La vista en el ojo derecho se pierde. Por la tarde, hasta ahora, le tocan terapias para mover el ojo. Los del taller bromeamos con su condición, que si quiere un loro para su hombro, ojitos pajaritos, la guasa.

El maistro, 2014.

Por Cheguígo asaltaron, de eso hace dos meses. Lunes por la noche. -¿Qué acción? -Tranquilón. -Un bisne o qué. -No, bi'ché, tranquilo. -Acá nada de tranquilo. Te crees la verga o qué, esta que traigo es la mera mera. El pasajero asaltante traía un arma sin balas. La víctima fue una joven que perdió su quincena, su celular y una cadena, dice el chofér, de oro. Vete por el centro, le dice. La moto frena a la entrada del puente chico. -Ten, para el chesco. El que cuenta la historia da un sorbo a su cerveza y comenta que le dieron un billete de doscientos. El asaltante anduvo machín (mariguano), ya ta señor. Olía (a) esa madre criminal, después de eso guardé la moto, ni ganas me dieron de salir.

Y lo mejor para el final: en un taller mecánico encontraron un cuarto de coca dentro de un mototaxi mientras hacían servicio y afinación. Los chavos en el taller se quedaron de a seis, el que dejó la moto fue a jetearse a su casa y no contestó su teléfono. El mero dueño del mototaxi (y de la coca en polvo) llega encabronado, tirando chispas como torito de fiesta, saca una escuadra cortita (parece que las regalan, de plano). Con palabras escogidas del diccionario mas pelado, amenaza por la coca o por el paradero del chofér. El chalán abre una caja y temblando entrega la bolsita de nieve. El dueño la recoge y se va en silencio hacia la calle. A mitad de camino retrocede marcando los pasos que hizo en el local, les dice a los trabajadores si no quieren un poco, sin compromiso. Prueben y si les gusta hacemos negocio. El arma le hace un bulto en la playera... Creo que no es la gente. Chance y es el lugar, la circunstancia.
En la radio se la pasan poniendo a los BuKnas de Culiacán, al Komander, que si con cuerno de chivo y bazuka en la nuca, o en el baño con las morritas y que se nos baje la enfiestada, el cigarro bañado y el cuerno armani... Digo yo, si los niños ven que el dealer anda ropa nueva, carro del año y se regordea en antros con mujeres macizas; que el obrero o trabajador común y corriente ganan lo justo (a veces menos) en un horario de ocho a ocho, ¿Qué van a querer ser de grandes? La violencia está idealizada, se ve como un poder, uno ilimitado. Se ven en un espejo y son Pablo Escobar, El Chapo... Poder ilimitado que dura un par de minutos. Eso es lo que se les olvida... Que trabajar hace hombres, no robar.

Después de casi un año y medio las cosas han empeorado en la ciudad y no hay indicios de mejora...