miércoles, 30 de mayo de 2012

LA LAVADA DE OLLAS...

Las fiestas o eventos importantes en Juchitán son un buen pretexto para armar la pura buena vida: botana, cerveza y música; eso nos ha quedado claro con la serie de narraciones que se han publicado en este blog.


  • Una de las tradiciones que no debe faltar en todo evento de importancia es fabulosa "Lavada de Ollas".

  • Es sabido que después de una pachanga, al día siguiente (o en el caso de las velas, dos días después) se lleva a cabo una segunda celebración en donde se supone que se recalienta todo lo que sobró del evento principal o por lo menos 
    ese era el sentido de esta tradición.

    Actualmente la lavada de ollas difiere en sus invitados. Puede ser algo familiar, pequeño y muy íntimo o una fiesta hecha y derecha con orquesta que aunque de menores proporciones también nos pone a bailar. A diferencia de la Vela grande, ésta es de menor tamaño y se realiza de tarde-noche. Aquí la vestimenta es informal y no necesariamente tenemos que ir del buen vestir. También acostumbran acudir personas que por algún motivo no pudieron llegar a la fiesta grande o gente que viene por la segunda ronda. Con respecto a la comida, en la lavada de ollas solamente dan botana y muy rara vez una comida. Circula mucha cerveza para los amigos que están fielmente con la familia que festeja.

    En el caso de las velas cada socio o persona que lleva un puesto, tiene la opción de llevar o no, puesto a la LAVADA de su vela. Es tradición que ésta sea un desquite para curar la depresión post-party por lo que se bebe con menos intensidad aunque siempre hay personas que tratan de desquitar su entrada (un cartón de cervezas). La celebración se lleva a cabo en el mismo lugar en donde se organizó la vela; reforzando así el compromiso de nosotros con la sociedad que la conforma y ellos con el santo patrono al que celebran todos los años, sin mencionar que nos la pasamos curándonos la resaca de la mejor manera.




    Don Puerco Chancho

Corona "invita"



domingo, 27 de mayo de 2012

LA NUMERALIA DE LA VELA

Estos datos son corroborados en un 50% por diversas fuentes. Otros, son calculados a bote pronto.








Hora de comienzo de la Vela: 9:00 PM
40 puestos en la Vela Grande.
                                    38 socios
Cada puesto lleva 100 sillas para 100 personas.
                      40% mujeres por cada puesto.
                      60% hombres. 
100 invitados se quedaron parados.
Aproximadamente hubieron 6000 personas. 


Cada invitado hombre lleva un cartón de cerveza.
El puesto estándar consigue 50 cartones de cerveza.
Número de cuartitos por cartón: 20.
Número de cartones conseguidos: 50.
Número de cartones con los que comienza el dueño del puesto: 10.
Número de cervezas que se reparten por puesto: 1200.
Número de cervezas en TODA la vela: 45,600.
Costo de cada cartón de cerveza: $ 140
Aumento de precio del cartón de cerveza durante las Velas: 20%
Dinero devengado por esa cerveza: $ 300,000.
Botellas de licor que la Corona permitía introducir a la Vela: 0
Botellas que se introdujeron de contrabando: un chingo.

Cada invitada mujer lleva limosna. Las cantidades varían desde $50, $100 hasta $150 o $200.
Cantidad recogida por puesto: $2500.
Kilos que pesa el traje regional: muchos.

Cada hombre gasta $200 durante cada vela (taxi, cartón, cigarros).
Cada mujer gasta $300 durante la vela (taxi, peinado, limosna).

Temperatura ambiente: 35°C
Temperatura ambiente en la pista de baile: 41°C
Porcentaje de personas bailando durante la Vela: 70%
2 grupos musicales.
$120,000, costo del grupo "grande" que suele ser extranjero o nacional.
$28,000 costo del grupo local.
6 baños para hombres.
4 para las damitas.

Total de dinero (gastos, costos, inversión) devengada durante toda la Vela: $ 1, 000, 000 

4000 platos de botana.
2 toneladas de basura.

12 policías cuidando la fiesta.
8 pleitos.
15 personas heridas.
0 muertos.
5 balazos detonados.
200 personas permaneciendo hasta el final.
6:00 AM hora de terminación de la Vela.
                     

viernes, 25 de mayo de 2012

REGADAS


Continuando con las aportaciones textuales en esta humilde pero colorida sección, seguiremos hablando del mes de mayo en Juchitán, mes que aguardamos con ansiedad y del que ansiamos su larga duración aunque no se pueda.

En la última semana de mayo, ocurren muchas cosas: desde una borrachera en el diablo de un amigo hasta la boda de quien sea. Y por supuesto las Velas. El cielo nublado y el aire caliente me hacen recordar que mayo es uno de los meses más calurosos del año pero el estallido de los cohetes me recuerdan que es “Fiesta Pueblo” y están indicando por donde viene la REGADA.Gracias a que mis abuelos viven en el centro de esta ciudad, nunca me pierdo ninguna de ellas. 

Las REGADAS son paseos que se hacen después de cada vela. En ella desfilan, a pie, los mayordomos entrantes y salientes de la fiesta, seguidos por mujeres que cargan velas y flores para el santo patrono del pueblo. Detrás de ellos, vienen carros grandes decorados con flores, arreglos y figuras de muchos colores que llevan a mujeres invitadas por la capitana de la vela, mujer de máximo poder en el desfile. Una cabalgata de hombres y mujeres acompañan a los capitanes mientras todos dan regalos a los espectadores al compás de la música tradicional que marca el ritmo entre gritos y mucha algarabía.
(Fotografía de Armando Vázquez)

Me gusta el colorido de las imágenes de estos paseos multicolores en donde circula el mezcal para los hombres que cargan Coroz y caguamas para el Pito Nissiava que acompaña con música a los mayordomos. Las capitanas se abren paso con sus carros adornados con flores entre personas que gritan los ya famosos “dame uno muchacha” y los hombres en caballos tratando de poner sus mejores caras mientras hacen gala de su equilibrismo para poder aventar los regalos que llevan en sus manos a la vez que tratan de dominar al animal. Las regadas deberían convertirse en un deporte nacional: tienes que hacer uso de reflejos sobrehumanos, los cinco sentidos multiplicados por diez y elevados a la décima potencia en el caso de los que arrojan regalos. Mientras que la habilidad para saltar más alto que las demás personas, estirarte para alcanzar el jabón de barra que bien te vale 5 pesos pero aquí te lo están regalando, el esquivar proyectiles como latas de chiles y botes de cloro que están guardados en finas bolsas de plástico, como agarrar una bolsa de sopa sin que se reviente en tu mano y que no quede todo regado en el piso, los paquetes de galletas MARIAS que son tan delicadas que cuando tocan la mano del rival se convierten en un fino polvo, esto en el caso de los transeúntes que esperan la regada y que buscan atrapar cualquier regalito. El lugar en donde vayas a ver este acontecimiento debe de ser especial: cada familia sabe dónde se coloca la otra, los posibles rivales se acercan a conversar del día en el trabajo, de cómo está la familia, nadie sabe contra quien tendrás que pelear por una cubeta y todos sabemos a qué venimos.

Las regadas tienen su toque de riesgo ya sea para las personas que pertenecen al paseo o los espectadores que pueden sufrir desde unos moretones leves hasta una contusión gracias a que alguien arrojó algo que golpeó en la cabeza a la muchacha que estaba distraída mirando donde va a caer la varilla de carrizo del cohete que acaba de hacer explosión. Por eso les digo querido lector que en este tipo de actos debes de hacer uso de todos tus sentidos, los propios y los impropios: desde quitarle un vaso a una niña de 10 años por que se descuidó hasta pelearte con tu vecino por una palangana. Al terminar todo queda en risas y en pechos hinchados de orgullo por los objetos obtenidos. Todo regresa a su normalidad para esperar la regada del siguiente día…

Don Puerco Chancho

jueves, 24 de mayo de 2012

20 recomendaciones para sobrevivir y disfrutar una vela.




¿Vas a una vela? No importa si eres virgen y ésta sea tu primera vez o si ya conozcas los tejemanejes de estas fiestas tradicionales que se realizan en todo el istmo de Tehuantepec y que Juchitán ha hecho famosas; sólo sigue estos consejos para no morir (borracho) en el intento.

1.-  Come bien.

2.- Ingiere líquidos.
En las velas predominan un par de cosas: mujeres guapas en traje regional y cervezas. La mayoría de las veces, las segundas son más mortíferas que las primeras (a menos que se le ponga el cuerno a la mujer en la vela). Para esto hay que ir preparado; antes de la vela, se tiene que comer bien. Seamos honestos, la botana no alcanza o es poca para la bola de invitados (más los chayotes y gañotes que van de colados a tomar pues es de ley que, si hay botana, se les dé un plato).  Tampoco te vayas a atascar antes porque luego no te va a caber en el estomago ni una empanada. Hay personas que no comen porque piensan que en la vela van a comer. Craso error. La cerveza es más que la botana y el efecto del alcohol en un estomago vacío o medio vacío es fatal. Usted no quiere quedarse dormido/tirado en el suelo para ser la burla de los paisanos y quedar en calidad de bulto, ¿o me equivoco?

3.- Lleva ropa cómoda.
Nada de modelitos apretujados para los hombres o posmodernos para las mujeres. En cualquiera de los casos, te garantizo sufrimiento debido a las temperaturas infrahumanas que se desarrollan al calor de las velas.

4.- Lleva la ropa que se pide en el “reglamento”.
Empecemos por las mujeres que son las que tienen más las de perder aquí. La vestimenta de las féminas (el traje regional o de gala) se compone del huipil que puede ser de terciopelo o de piel de ángel. Las flores que adornan el huipil están hechas de hilo para bordado. Hay huipiles de cadenilla siendo la cadenilla el modelo más sencillo.  De ahí sigue el refajo hecho de popelina o de tela de algodón con encaje  que va antes de la enagua. La tela de la enagua puede ser de diferentes tipos de tela: chiffon, seda con flores y/o colores vistosos. En dónde acaba la enagua remata el olán de poliestireno, la mayoría de las veces. Digo que tienen las de perder por que la ropa pesa mucho y los materiales en el cuerpo producen calor de más para la/él que las usa. Aquí recomiendo que usen algo cómodo y sencillo. De todos modos las mujeres se ven guapas en traje regional (la verdad no he usado traje regional, pero me dicen que da calor usándolo, y si es de terciopelo no da calor, da muchísimo calor, por lo que dicen). Los hombres llevamos guayabera, camisa de manta o camisa (de preferencia usa guayabera) y pantalón negro. Para nosotros es más fácil aunque hay que procurar no perder el estilo desabotonándose la parte de arriba para aparentar ser un mirrey (lo único que vas a lograr es verte como un estúpido).
En la mayoría de las velas hay un cierto reglamento, un código que difícilmente se quebranta: tienes que llevar traje regional o traje de gala para las mujeres, guayabera y pantalón negro para los hombres, OBLIGATORIAMENTE. Si no los llevas no puedes acceder, aunque lleves tu cartón de cerveza. No digamos que la seguridad es cómo la de las discotecas de categoría dónde hay gorilas de dos metros con mal genio, pero de que no pasas no pasas. Evita vergüenzas y lleva la ropa que piden los socios y mayordomos de la vela en cuestión.

5.-  Si ya fuiste a una fiesta el día anterior o el mismo día y no te crees lo suficientemente apto para una vela, NO VAYAS.
En la última semana de mayo se celebran las velas de mayor renombre y, lo peor de todo, ocurren una tras otra. Hay valientes e idiotas que tratan de ir a todas las velas y no miento, A TODAS. El grado de complejidad para esta actividad es casi imposible sin sufrir un daño psicológico y físico del que se llevará semanas, tal vez meses, recomponerse (créanme, yo sé lo que les digo). Además, Juchitán es un lugar de fiesta. Si no es una vela es otra cosa: algún quinceaños, boda, cumpleaños, divorcio, robada, etc. Valore cuál es el evento más importante para usted querido lector y diviértase con responsabilidad.

6.- Evita moverte de un lugar a otro cuando estén bailando Chitú o alguna de esas madres posmodernas que tocan los grupos musicales.
Las velas son amenizadas por grupos musicales locales, de la región o internacionales. Cuando tocan, las personas se levantan de sus asientos y se ponen a mover el bote. Si no va a bailar, no se mueva de su lugar. La masa de gente bailando es prácticamente inexpugnable y no dejará que te dirijas a tu destino pues ellos están en su rollo bien chévere sudando la gota gorda y no les importa si vas a comprarte un cigarro o vas a buscar a tus cuates, te pueden tirar o apañar algo como tu celular o tu reloj. Quedas avisado.

7.- Lleva cartón y limosna.
Obligatoriamente tienes que entrar con cartón a la vela. Hace unos años podías entrar con una botella de licor cualquiera (aunque fuera Tonayan) pero la Corona es una mafia como pocas en el Istmo, por lo que no va a dejar que tomes otra cosa que no sea SU cerveza. Semanas antes se arreglan con los mayordomos y cierran el trato. Es costumbre llevar cartón (Corona, por supuesto) y entregarlo a la persona que te invitó, luego sentarte y que te den ampolletitas hasta que te sientas mareado y digas incoherencias. Claro que está la opción de tomar agua o refresco, aunque esto deja de ser una opción en un rato cuando ya sólo queda cerveza. Las mujeres llevan limosna y también es una costumbre. La limosna se llama así a la cooperación voluntaria que apoya el gasto de la persona que tiene el puesto. Pueden ser cincuenta, cien o hasta ciento cincuenta pesos. Si no llevas cartón o limosna al puesto que te invitó van a hablar mal de ti y corres el riesgo de que ya no te vuelvan a invitar otra vez.

8.- Saber a quién estás invitando o quienes se encuentran en el puesto al que acudes.
Cuando te invitan a un puesto o visitas otro puesto en el cual están tus amigos o familiares, puede haber gente que te caiga en la punta del hígado. Juchitán es pequeño y todos nos conocemos. Infórmate. No vayas a  pasar un mal rato, ve a disfrutar la fiesta.

9.- Tener un punto de encuentro o saber a dónde vas.
El número de paisanos y fuereños que asisten a las velas son demasiados y se acomodan como pueden en el poco espacio que se les da. Las sillas apretujadas con la gente platicando acaloradamente, la botana, el campo hecho de botellas debajo de los asientos de madera y la música vuelven caótico encontrar el puesto de la persona que te invitó. Pregúntale antes donde se ubica su puesto para que sea fácil la localización. Otra cosa, si vas con amigos, quédate de ver en un lugar específico. Luego, apuesto mi limosna, no los encontrarás en el gentío.

10.- Una vela no se disfruta borracho, toma lo suficiente.
Si quieres conservar esos bellos recuerdos de la vela, no te emborraches. Si quieres amanecer tranquilo sabiendo que no robaste mujer o embarazaste a alguna, no te emborraches. Si no quieres que te hagan feo cuando saques a bailar a alguien, no te emborraches. Si no quieres pelearte por alguna nimiedad, te boten de la vela y no te dejen ingresar otra vez, no te emborraches. Toma lo que creas suficiente. Si tienes aguante, ¡felicidades! Si no lo tienes, pues ni modos, controla el número de cuartitos, al cabo que velas hay bastantes.

11.- Conoce gente. Haz nuevos amigos.
Las velas están cambiando con los tiempos. Pasaron de ser un evento cultural a ser un evento social en  donde los políticos reafirman su poder y tratan de capturar simpatias y adeptos para su partido y los empresarios cierran tratos de millones de pesos para su beneficio. Pero también son un punto de encuentro para todos los estratos sociales; desde el más pobre hasta el más rico acude a las fiestas de mayo en Juchitán. Es el lugar perfecto para entablar una plática amena al calor de las frías cervezas. No tengas miedo e interactúa un poco.  En caso contrario, no vayas pinche ForeverAlone.

12.- Llega y vete en taxi.
Vamos ahora con el problema del estacionamiento. Los preparativos para la vela comienzan desde la madrugada. A las cinco de la mañana la gente ya deja estacionado su coche y no lo mueven hasta cuando acaba la fiesta (al día siguiente). Consideremos ahora la cantidad de las personas que van a la vela y llevan vehículo, eso sin contar el tráiler de la empresa cervecera y los camiones que llevan el equipo  del grupo musical. Encontrar un lugar para aparcar el carrito en el que vienes es complicado. Los lugares disponibles son calles o cuadras muy alejadas de la vela. Toma un taxi.

13.- Ve con amig@s.
Ir sólo no es el plan. Trata de ir con amigos o conocidos con los que sepas que te vas a pasar un buen rato. No es nada bueno pasar tres horas (o las que decidas quedarte en la vela) sentado como quien no quiere la cosa. Vas a terminar aburriéndote y, lo sé, travies@, tú no quieres eso.

14.- Llega a buena hora.
Esto es cómo el antro: no llegues cuándo todo comienza; no va a haber mucha gente y no todos los invitados han llegado. Tampoco te aparezcas tarde; para esas horas ya se hicieron grupitos, la muchacha que te gusta o el chavo al que le traes ganas de seguro ya peinó el terreno y encontró a otro partido, ya se pusieron borrachos todos y tú eres el único lastre que no lo disfruta del todo. La vela recibe gente a partir de las 9. Llega dos horas o una hora y media después.

15.- Baila.
Desinhíbete. Tus amigas o las amigas de otros van a querer bailar. O los amigos. Si te gusta alguien, la costumbre es sacarl@ a darle brillo a la pista para que se pueda platicar un poco mientras se baila (aunque eso sea imposible por el ruido de la música).

16.- Haz ambiente. Crea el ambiente.
Si te sientes triste o vas en "mal plan" no conviene ir a la vela; te van a hacer a un lado y quedas cómo un apestado. Saca plática, ríete, baila y diviértete. (Puntos 8, 10, 11, 13 y 15)

17.- Se precavido a la hora de ir al baño.
A la vela acuden miles de personas. En la fiesta dedicada a San Vicente Ferrer (lado norte) se cuentan más de 6000 personas; algo irónico porque hay dos baños para esas seis mil personas. ¡DOS BAÑOS! A veces ni eso hay. Los hombres borrachos o no, juegan a atinarle a la taza del baño (accion que se logra, al parecer, muy pocas veces) y esto es un predicamento para los que quieren defecar. Lleva papel de baño. Te será útil para limpiar el borde de la taza y limpiarte (nunca hay). Con las mujeres no es tanto problema. Eso sí, preparen su vejiga porque luego hay una cola de decenas de féminas para ocupar el baño (recordemos que las mujeres se tardan horrores en el baño y ahora recordemos el complicado proceso de la enagua y el traje regional).

18.- No salgas sol@ de la vela.
Casos como violaciones, asaltos y asesinatos han sucedido cuando una persona se aleja de la vela por su propia cuenta. Estos hechos son aislados pero no está mal que lleves a un chaperón o amigo que te ayude si hay problemas. No queremos que seas parte de una triste aunque raquítica estadística.

19.- Olvídate de la dieta.
Qué fea es una persona que va a la vela y no come la rica botana ni toma porque "está a dieta". se le va a hacer agua la boca con la comida que no puede probar y le va a dar sed así que  recordemos que lo único que hay es cerveza y refresco. Olvídate de cuidar la línea y prueba de todo, al cabo que no siempre hay velas. Intenta bailar para perder las calorías que ganes tomando.


20.- Sigue los 19 puntos anteriores.
Juntos. 



martes, 22 de mayo de 2012

CALENDA JUCHITECA

No sé porqué decido salir rápido de la vela viadxi.
No estoy aburrido, tampoco muy divertido. No he tomado una sola gota de alcohol por la gastritis inclemente que me tortura cada fin de semana. Los cuartitos de cerveza se amontonan debajo de las sillas de mis acompañantes y de unos españoles que, flipados para bien, beben, comen, bailan y se divierten en la vela del ciruelo, una de las más divertidas de la semana.
Es semana de velas, señores. Es el maratón Guadalupe Reyes de Juchitán. Sabido es que las velas son rasgo emblemático de esta heroica y alcohólica ciudad. Es la semana mayor. Es cuando la Corona hace su agosto en pleno mayo. Es la semana en donde el hígado, la resistencia, la profundidad amorosa y las relaciones son puestas a prueba. Son las Velas de Mayo de las que hablaremos en un futuro más extensa e informativamente. 
No me distraigo. Tengo que darles a conocer la Calenda.
Un amigo se me acerca asustado. Me dice que le han robado el celular, la cartera y la pulsera de oro saliendo de la vela, justo a las puertas del panteón. Tienen que saber que la fiesta se hace en un campo deportivo al lado de un panteón vetusto. Los hombres tenemos que salir a orinar entre las tumbas y eso ya es una costumbre. Entre las fosas, más de uno se pierde. Entre ellas, más de uno sale asaltado. A mi amigo le ha pasado. Y sin triunfo.
Recuerdo a mi acompañante nuestra condición física pero un ángel enorme en forma de amigo fornido aparece para llevarnos a la casa de la persona que nos ha invitado a esa cosa misteriosa llamada calenda.
Según aquioaxaca.com, la calenda es definida así: Calenda
Y básicamente es eso, sólo que con mucho, mucho, mucho alcohol. Lo que los estudios académicos, sociales y demás se olvidan en todo estudio acerca de los usos y costumbres de Juchitán es del componente alcohólico.
Les cuento. 
Llegué con dolor de panza y aburrimiento infinitos a la casa del mayordomo de la calenda. Me sorprende que sea un hombre tan joven y más aún dispuesto a seguir una tradición que más bien me parece folclórica. Él está muy orgulloso de serlo y se le nota. Cuando siento ya tengo un café con piquete (mezcal, por supuesto, que aquí somos hombres) y un tamal de frijoles en la mano. Ante la reacción de mis amigos, engullo el tamal y reafirmo la reacción general. Están reputamente buenos.
El café da paso a una extraña bebida sabor jamaica. Es el chingorolo me dicen. Básicamente es un chingado tang de jamaica o de sabor indefinido diluído en una garrafa de mezcal, así que ya usted se imaginará. 
La calenda comienza cuando la gente va llegando a la casa del mayordomo para acompañarlo en el recorrido por todo el centro de la ciudad. La gente se acerca, la banda de música está tocando a todo volumen, la calle se cierra, la calma de la madrugada es violada sin consideración, la gente toma, fuma, come, platica, sonríe.
Unos monigotes de unos cinco metros de largo comienzan a danzar. Son títeres enormes pero que manejan a su titiritero con una calma chicha. Dan risa cuando bailan juntos. La sexualidad no importa, una es vieja, el otro varón. Pero quienes los hacen bailar son dos hombres que están, evidentemente borrachos como para sacudirse de tal forma. La borrachera los hace pagar el precio. Los monos pesan unos veinte kilos así que, muy machitos, se ven obligados a descansar entre canción y canción. 
El alcohol, el chingorolo pues, corre como río. 
Partimos. Entre gritos y vivas a San Vicente, de repente, me veo extrañamente sorprendido gritándole a ese señor. Un santo católico que cargaba un saco y etcétera. No soy católico pero el chingorolo me hace olvidar. Grito más vivas y tomo más jamaica adulterada.
Los monos bailotean extenuados, la banda desafía al viento, las farolas se sacuden (aquí tengo que hacer un paréntesis que ustedes están leyendo: no me puedo explicar cómo las ancianas o las señoras pueden mantener su farola encendida, básicamente un carrizo, una vela y mucho papel celofán, mientras que una bola de zánganos "jóvenes" terminan con su carga incendiada entre risas malévolas; perdón por la interrupción), los carrizos se agitan. La música invita a bailar. O la euforia. O el folclor. O el chingorolo. O San Vicente. O Juchitán. O la misma dicha de estar vivo en medio de todo esto. 
Ahí voy caminando y bailando y bebiendo en vasitos que se desparraman y corriendo y gritando y observando y aplaudiendo y viendo a quienes nos observan divertidos. Unos vamos más sobrios que otros. Unos más cansados. Otros más divertidos. Por allá nos ligan, por acá se ríen de nosotros, por acullá nos saludan de lejitos. 
No sé qué cruz estoy cargando ni sé qué manda estoy pagando, me dice mi amigo de Salina Cruz que sudando, extenuado camina con los ojos desaforados producto de una escasa peatonización. Me río de su cansancio y de sus quejas. Y le señalo a una amorosa anciana y a su pareja, de unos cientocincuenta años entre ambos, que pronta, rápida y solícitamente nos siguen exactamente al mismo paso. La fe es más grande que el desmadre, me digo en una nota mental. 
Que se me olvida con el siguiente puto vaso de chingoroloonoséquémierdasmeestándandoenestemomento.
Y veo como la calenda atrae a ríos de gente que salen de todos lados. A cientos de vecinos que se incorporan a esta marcha que no es política, que no es social, que no tiene propósitos más que profesar la admiración por un santón viejo pero bueno. Entre gritos y más vivas, la mirada antropológica y social se pierde entre el desmadre juchiteco. La observación se convierte en participación. Es imposible ser frío, estar aburrido y no divertirse en el caos organizado y precioso de una calenda.
Todo termina frente al atrio de la iglesia de San Vicente Ferrer. Pensaba que entraríamos y se me hacía sacrílego que una turba de cientos, quizá miles de paganos alcoholizados por una bebida exótica, fuéramos a rezarle al santo. No. Nos detuvimos justo en la cancha de la escuela Charis. 
Y ahí entre todos los curiosos y exactamente a las seis y media de la mañana, unos toritos de fuegos artificiales asustan al respetable y provocan que los más borrachos o los más atrevidos salten a que ... etcétera... Acabo de ver el ojo morado de mi amigo, el más alcoholizado, que parpadea lloriqueando. Me sorprendo. Todos somos amigos aquí. Y...sin embargo. Más chingorolo
Todo termina con mi amigo y los monigotes bailando lambada en pleno parque central. Todos bailamos por mero desmadre, gozo, borrachera o vaya usted a saber. Son las siete de la mañana.
La calenda no ha terminado ahí.

Nos llevan a la casa del mayordomo que nos ha invitado a "desayunar", acto que consiste en básicamente chingarse los tamales recalentados y SÍ, SEÑORES, beber cerveza fría a las ocho de la mañana. Ya no hay café ni extrañabebida. Ahora es la pura y dura cerveza clara, helada que ya hace bastante calor. Pasan tres horas entre risas y desmadre teco. Acento y zapoteco. Son las once de la mañana y la banda sigue tocando sones istmeños ya nada más para acompañar a los últimos invitados de la parada: nosotros. Cada quien pide su canción, cada quien brinda con los músicos. La calenda termina cuando la última nota del son (o de la cumbia o del "Ai Se Eu Te Pego", porque aquí ya somos modernos) se escapa en plena mañana dominguera. 
La borrachera apenas comienza (¿o termina?) pero eso ya no es calenda sino mera pasión etílica.


sábado, 19 de mayo de 2012

ENTRE CANTINAS


Juchitán es la tierra en donde nací y llevo viviendo gran parte de mi vida. Este lugar me
dio muchas cosas, desde buenos amigos hasta penas y condenas, amores bestiales y algún
que otro desliz de una sola noche. Pero no hablaré aquí de cuando estuve con una chica 12
horas en un motel de segunda mano llamado “Alpha” que ya no existe. Hoy nos toca hablar
de cantinas.

Las cantinas, a comparación de bares y los llamados antros, no son un lugar de ligue.
Muchísimo menos un lugar para llevar a tu novia. Es un espacio en dónde no irás a tomarte
un shot de colores amarillo o rosado. Es un espacio en dónde el beberte una media significa
escupir en la cara de tu compañero. Las cantinas juchitecas son rudas, mal olientes, con
mucho sudor y un toque de peligro. Siempre debemos de tomar en consideración el riesgo
que corremos al entrar a esos lugares del diablo, en donde no todo son golpes y peleas, sino
que también son lugares en donde podemos ir a curar penas y probar las cosas raras que te
sirven de botana.

Siempre vamos a lugares donde nos gusta estar. Comida, marca de cerveza y/o música,
creo, que son los factores que intervienen para la selección del lugar dónde iremos a
quitarnos las penas y beber sin control. La botana siempre es importante. Recuerdo ir a
lugares en donde te dan cosas tan simples que terminas aburriéndote como salchichas,
quesillo, los bien populares taquitos fritos, etcétera. Pero hay lugares en donde realmente
necesitas valor para probar lo que ahí te surten. Claro que a la quinta caguama ves las
cosas como realmente son: corazón, tripas, sangre, inmundicias varias; cosas que nunca
comerías en tu casa pero que en la cantina adquieren un contexto diferente, en donde nada
se desprecia y, mucho menos, nada se desperdicia.
La marca de cerveza, querido lector, siempre es algo que influye; más para las personas
que no nos consideramos “universales”. No tengo respeto para las personas que te
dicen “cerveza Sol, sí, pero que esté bien fría”, etcétera. En realidad están dando la razón de
que esa línea de cerveza sabe horrible y que sólo la pueden tomar cuando aquélla esté bien
fría. Cuando voy a una cantina siempre trato de que sea de la otra marca. Eso se debe a que
toda la vida he bebido Corona o porque estoy acostumbrado de que en las velas de mayo
siempre se consuma más esta marca, por lo que trato de ir siempre a los lugares Corona.
Pero si ponen realmente atención a cómo son las cosas, existen más cantinas de marca Sol
a la de marca Corona. No sé si esto sea bueno o malo pero es algo que me intriga. En una
cantina no puedes pedir una media; eso significa que tienes mucho varo y para eso están los
bares. En las cantinas se consumen las cervezas familiares, las bien conocidas caguamas
que bien o mal siempre alcanzan para las buenas compañías, los amigos y los colados.
Cerveza correcta. Buena botana. ¿Qué más falta? Pues buena música…

La música, un tema tan escabroso que no quería tocarlo, pero que es realmente importante.
Recuerdo que en alguna etapa de mi adolescencia escuchaba mucho del llamado “rock
nacional”, ya saben Tex Tex, Haragán, Bostik, etcétera. Por lo que siempre ando en caza de
viejos tiempos. Muchas cantinas cuentan con rocolas cuya música es tan variada que vale
la pena escucharlas (y quedarse ahí) aunque el servicio sea malo. Existen bares en donde
la música en vivo crea un aire íntimo ideal para llevar a una mujer; pero prefiero, siempre,
de la música de cantina. Aquí entra la magia de la variedad de géneros que te gusten y
puedas encontrar en estos artefactos; desde encontrar una cumbia guarra hasta un rock fresa como Interpol.

Una vez encontré rolas de Motorhead lo cual causó un asombro bastante
grato. Aunque siempre debes recordar que no estás solo y que alrededor de ti se encuentran
personas que están sufriendo o festejando; que después de unas cuantas cerbatanas bien
elásticas el odio se convierte en alivio y el rencor se convierte en risa por lo que tienes que
esperar a que la canción que pusiste suene y, mientras, te tienes que chutar las rolas de
los demás porque así está diseñado este sistema. Alguna vez recuerdo que en una cantina
relativamente pequeña en la que nos encontrábamos unas 8 personas, llenando el aforo,
una persona, amigo y conocedor, puso la rola “Hey Jude” de los Beatles; el coro del final es
peculiar y muy pegajoso entonces en ese lugar pequeño en donde podías oler el sudor de la
otra persona, el silencio fue roto por un grupo de alcohólicos coreando aquello de “lalala”
que tanta gracia nos hizo y que es un momento inolvidable de mi vida a pesar de que hayan
trascurrido ya más de 6 años.

Las cantinas son lugares de culto. Cuando entras y conoces el mundo alterno que se
encuentra en Juchitán a partir de las 11 de la mañana hasta las 9 de la noche sabes bien
que existen personas con tus mismos gustos, que sufren penas y gozan alegrías. Les debo
recordar que la variedad y la cantidad de cantinas en un lugar tan pequeño me asombra.
También me sorprende cómo se han convertido en parte de la historia de esta pequeña
ciudad; los usos y costumbres de las cantinas: desde las personas que nos atienden, la
mayoría de ellos homosexuales, hasta la forma peculiar de ganarte unas chelas más y todo
por la causa…

Don Puerco Chancho

viernes, 18 de mayo de 2012

EL TECO TECO.



Cuando tenía seis años, mis padres me trajeron a vivir a Juchitán. Viviamos en el DF y me encantaba venir en las vacaciones a aspirar el aire limpio y fresco, probar los raspados de enfrente de la casa de mi abuelita, las idas al ojo de agua, las desveladas contando historias de los “bidxas” con los primos y tengo un recuerdo muy vivo, en una de esas visitas me encontraba yo en el centro esperando a mis tías y pude ver cómo un borracho se peleaba con un gringo y vociferaba en zapoteco: Yo soy teco, y nada más por eso me pelas la verga. Después, ya con mis papás les pregunte: -Apá, amá, yo soy teco, ¿verdad? -Claro que eres teco hijo, más teco no se puede. Luego me dieron una palmadita en la cabeza y siguieron platicando de sus cosas, esa noche dormí con el pecho henchido de orgullo. Pero cuando me instalé en Juchitán hubo un incidente, en una fiesta de la hija de los padrinos de mi hermana me perdí. No sabía cómo llegar y casi rompo en llanto. Una señora ya anciana me pregunto que qué hacía yo sólo en la calle y le conteste que había venido a una fiesta, me pregunto si vivía en la ciudad y le dije que sí, se acerco y me vio todo güero, dudó por un momento y le dijo algo en zapoteco a su esposo que descansaba en la hamaca de su corredor: -¿Lii qui gannu' tu shiiñi ba´du´ di la? (¿no sabes de quién es hijo este chamaco?) Y les contesté en zapoteco que yo era hijo del señor Agustín y la señora Gloria que vivían en la séptima. –Pa batañeeu nachonga dxandí' ni caniu', pa naguudxi ni la cusiguiiu' naa. (Si la planta de tu pie es dura me estás diciendo la verdad, si es blanda estas engañando) Me quite los huaraches, tocó la planta de mi pie (suave en ese entonces cómo la palma de la mano) y me lanzo una expresión de desapruebo. “Tú nada más hablas zapoteco pero no eres teco” me dijo en español, de repente alguien grito mi nombre y me di cuenta que me buscaban, cuando regrese a la fiesta no mencione lo que dijo la señora y viví por mucho tiempo confundido. ¿Era teco? ¿No lo era? ¿Mis papás me habían mentido? Si las personas que eran tecas tenían la planta del pie dura yo la tendría. Me aventure saliendo a las calles descalzo, comprando el queso, la crema, las caguamas de mi papá y mis tíos, llamando a los “huelos” para que bailaran debajo de la enramada. Dos años pasaron (ya tenía la planta del pie dura) y nos cambiamos de la séptima a la segunda sección y relacionándome con los niños de casas vecinas me di cuenta que yo era muchísimo más teco que ellos, ni siquiera hablaban el zapoteco habiendo pasado toda su infancia en Juchitán, y entonces me di cuenta de que nací teco y no importa si fallezco en otro continente, moriré siéndolo y estoy muy orgulloso, Este blog se nutre de las vivencias que tengo (tenemos) y tendré (tendremos) aquí en el Istmo de Tehauntepec, un punto de vista teco, porque Juchitán tiene que mirarse de adentro hacia afuera y no de afuera hacia adentro (si lo hace los prejuicios nacerán y se multiplicarán como los cuartitos vacios de corona en una fiesta istmeña). Venga, pruebe el arroz con camarones, el bupu, las tlayudas, las garnachas, el che guiña, emborrachese con nosotros en la cantina de Na Fede, admire el traje regional de nuestras paisanas, viaje en lancha a punta de agua por cincuenta pesos y recueste su cuerpo en la arena, viva usted la idílica ciudad de Juchitán con nosotros, que es, casi el paraíso.